No perdemos la esperanza de que la carrera oficial llegue a la Catedral

11 marzo 2010

Han pasado casi cinco meses desde que la Agrupación de Hermandades hizo público el nombramiento de Antonio Javier Guillaume como pregonero de la Semana Santa. Entonces, este cordobés de 38 años de edad apenas si tenía una ligera idea de lo que quería transmitir a quienes acudan al Gran Teatro el próximo 20 de marzo. Su texto ya está en imprenta y el original lo guarda con gran celo en su casa. Allí, en negro sobre blanco, están selladas tanto sus vivencias como el mensaje que todo pregón lleva consigo. Cada vez que se le pregunta por él, responde un "ya estamos en capilla". En su corazón llevará consigo, aparte de a sus familiares, a la comunidad salesiana -lo presenta su inspector en Sevilla Francisco Ruiz Millán- como a los titulares de las cofradías a las que pertenece, la Caridad y la Oración en el Huerto.

-¿Ha cambiado mucho el tipo de pregón desde que lo nombraron hasta que escribió la última línea?

-No mucho. El tiempo me ha permitido pulir el texto, la forma, pero tenía claro el contenido desde el principio.

-Ya fue exaltador de la Candelaria en 2002. ¿Cree que la responsabilidad es mayor en este caso?

-El pregón en tu hermandad es algo más íntimo y recogido, casi familiar, mientras que el pregón de la Semana Santa es recibido y mirado con unas sensibilidades más diversas y, sobre todo, es poner voz al modo de vivir la fe de una parte considerable de nuestra Iglesia.

-¿Qué mensaje pretende que se lleven los cordobeses que acudan el día 20 al Gran Teatro?

-El encuentro con Jesucristo y la Santísima Virgen en nuestras estaciones de penitencia, que es expresión del peregrinaje en la fe junto a Cristo vivo.

-Un pregón suele ser también vivencial. ¿Cuál es su mejor recuerdo como cofrade? ¿Y el peor?

-Afortunadamente son muchísimos más los buenos recuerdos. De los más recientes, acompañar a mi hijo mayor vistiendo su primera esclavina hace dos años. Entre lo menos agradables, cuando tuve que dejar el costal definitivamente.

-¿Ha cambiado mucho la Semana Santa desde su niñez?

-Aunque no soy muy mayor, creo que principalmente se ha enriquecido y expandido. Hay nuevas cofradías, un mayor compromiso social de éstas y la preocupación por la formación de sus miembros.

-¿Y desde que formó parte de la gestora que estuvo al frente de la Agrupación de Hermandades?

-Pienso que todas las juntas procuran potenciar lo bueno que se haya venido realizando.

-El primer acto oficial del nuevo obispo con las cofradías será en su pregón. ¿Qué le pide al nuevo prelado?

-Que mantenga la atención pastoral y la cercanía con las cofradías.

-Volviendo al análisis de la Semana Santa. ¿Se identifica más con las hermandades de bulla o con las más sobrias y austeras?

-No son excluyentes. Me encanta el regreso de la Virgen de la Piedad desde San Lorenzo y disfruto con la sobriedad de Ánimas. Lo importante, tanto desde dentro como desde fuera de una procesión, es profundizar lo que se contempla.

-¿Cómo califica la influencia de Sevilla en las procesiones?

Una cofradía debe buscar su propia personalidad, hacerse única. Copiar por copiar no tiene mucho sentido. Si se miran forma o fondo de otros modelos, hay saber adaptarlo a lo que una cofradía quiere que sea su impronta.

-¿Es partidario de recuperar las señas de identidad cordobesas que se perdió una generación?

-Hay múltiples opiniones sobre cuáles son esas señas. Creo que el auge que se produjo a finales de los años 30 tuvo como fruto bastantes cofradías con un sabor propio sin que en esos casos haya sido imprescindible reproducir estéticas foráneas.

-¿Qué es lo mejor para usted de esta Semana Santa?

-No hay grandes estrenos, pero confluyen algunos hitos. Por citar alguno, el impulso que en los últimos meses ha habido sobre el regreso de la Virgen de las Angustias a San Agustín.

-¿Qué piensa del cofrade que sólo lo es de año en año?

Que pierde la ocasión de hacer hermandad.

-¿Qué le parece el diseño de la carrera oficial?

-Nos hemos acostumbrado a ella, aunque no perdemos la esperanza de recuperar el trayecto que antiguamente llegaba a la Catedral.

-¿Considera que las hermandades están en crisis?

-Las bases son sólidas, pero el mayor reto está en seguir dando testimonio, en la calle y en lo cotidiano. No es fácil mantener esa tensión.

-¿Desaparecerá alguna cofradía?

-Espero que no. Son muchos los esfuerzos que se aúnan para que una hermandad viva. Me cuesta trabajo pensar que lleguen a faltar brazos para sostenerlas.

-Es el momento de que las corporaciones se vuelquen con su obra social ¿No cree?

-Aunque las hermandades tienen bastante camino recorrido dando testimonio, las necesidades cercanas crecen y se diversifican. Ahí debe estar siempre la Iglesia y, obviamente, sus cofradías.

-¿Llevará algún objeto muy personal encima?

-Algún obsequio reciente y siempre una estampa de María Auxiliadora.

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