Juan Bosco se sintió llamado a trabajar entre unos chavales que no parecían los más apropiados para obtener buenos resultados. Su presencia en alguna pandilla de pilluelos y el tiempo que les dedicaba, no siempre eran bien vistos. Pero Juan sabía muy bien lo que hacía y por eso siguió adelante.
Su sueño empezó a hacerse realidad. De aquellos «golfillos» surgían jóvenes que en buena convivencia se ayudaban y crecían como personas preparadas para colaborar en la sociedad y que como cristianos vivían y testimoniaban su fe; se convertían en honrados ciudadanos y buenos cristianos.
La experiencia era positiva; daba los resultados apetecidos. Es más, el grupo que destacaba prometía mucho, y don Bosco vio que era necesario asegurar que lo que ellos hacían tuviera continuidad; se asegurara en el tiempo. Inspirado por la Santísima Virgen propuso a un grupo de ellos formar una sociedad: la Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y reuniéndolos se lo dijo un 18 de diciembre de hace 150