No hubo esta vez corona de flores, ni sol de excepcionalidad ni mañana esperada con globos en el bulevar del Gran Capitán. En el día de ayer, como en cada 24 de mayo, todo fue igual a como ha sido desde hace años en el colegio salesiano, en su iglesia y por supuesto en la calle que lleva el nombre que ayer llenó el barrio de San Lorenzo: María Auxiliadora.
Era igual a cada año, pero a la vez distinto a todos, porque por primera vez la venerada imagen salesiana procesionaba después de su coronación canónica. En las sienes de la Madre y del Niño Jesús lucían las coronas de oro que Monseñor Asenjo les impuso el pasado 10 de mayo y que el azulejo recién colocado en la iglesia recordaba con ternura. No había quien no se acordase, pero la procesión de ayer era, sobre todo, una procesión de las de los 24 de mayo de toda la vida.
Caía la tarde en el barrio de San Lorenzo cuando la imagen se echó a andar rodeada por el cariño de todo lo que lleva el nombre salesiano: los sacerdotes, los profesores del colegio, los alumnos actuales y bastantes de los que un día estuvieron ligados al centro y acuden a acompañarla en su camino, más multitudinario por ser domingo.
Misa en el patio
Tras la misa que se celebraba en el patio del colegio comenzó la jubilosa salida procesional. Acompañaba a María Auxiliadora, igual que en los días de su coronación canónica, la banda de música María Santísima de la Esperanza, interpretando un alegre repertorio de marchas procesionales acordes con el tiempo de Pascua y con la azul alegría que siempre se vive alrededor de María Auxiliadora.
La procesión recorrió el corazón de todo un barrio de Córdoba y pasó frente a varios templos: el de los Trinitarios, la cerrada iglesia de San Agustín, Jesús Nazareno y por supuesto San Lorenzo, para terminar después de la medianoche llegando otra vez a su colegio.