El Papa y los salesianos

22 marzo 2013

Don Fabián García, inspector de Buenos Aires del 2005 al 2010, tuvo la oportunidad de conocer personalmente el card. Bergoglio. Para ANS ha contado algunos recuerdos personales que trazan un breve perfil que muestra el rostro y el corazón del nuevo Pontífice; un corazón profundamente unido a María Auxiliadora.


Minutos después que el Papa Francisco nos había regalado sus primeras palabras y su primera bendición, enseguida comenzaron los recuerdos…. Francisco, el mismo card. Bergoglio que cuando era Arzobispo de Buenos Aires y llamabas a la Curia para pedir una audiencia, del conmutador te comunicaban directamente y él mismo te atendía y no te decía cuando podía atenderte, sino que te preguntaba: “¿cuándo podés venir?”.


El mismo que cada vez que finalizabas cualquier tipo de encuentro, ya sea formal o espontáneo, te pedía siempre: “rezá por mí”.


El mismo que una vez al finalizar las Fiestas Patronales de una de nuestras parroquias que él había presidido, volviendo en el auto a la Casa Inspectorial, me lo encuentro en la parada esperando el colectivo; lo llamé y lo invité a subir al auto y me contestó: “gracias, pero siempre viajo en colectivo o en el subterráneo”.


El mismo que vivía muy austeramente en la misma Curia, sin automóvil, sin protocolos y con mucha sencillez.


El mismo que haciéndole conocer a un Superior que nos visitaba el centro histórico de la ciudad de Buenos Aires, lo encontramos caminando por la calle, vestido sencillamente con un traje oscuro y su camisa, nos saludamos y nos cuenta: “vengo de suplir a un párroco que está enfermo”.


El mismo que en el Prólogo de uno de sus libros (Meditaciones para religiosos), recopilaba sus reflexiones de cuando era Provincial de los Jesuitas en Argentina, escribió: “Y tratándose de meditaciones para religiosos, la principal colaboración ha surgido del ejemplo de tantos hermanos nuestros…. Ha tenido fuerte incidencia [en mi vida], quiero mencionar aquí el ejemplo de servicio eclesial y consagración religiosa de don Enrique Pozzoli, SDB…”.


El mismo que expresaba su simpatía por el equipo de futbol “San Lorenzo de Almagro”, fundado por don Lorenzo Mazza, SDB. El mismo que con igual facilidad sabía darte un consejo, ayudarte frente a una situación de gobierno o contarte un chiste y hacerte reír. El mismo que siempre quería venir a presidir la Fiesta de María Auxiliadora, que ama a Don Bosco y muy devoto del Beato Artémides Zatti.
El mismo que siendo Provincial hizo rezar Novenas al entonces Siervo de Dios sr. Artémides Zatti, salesiano coadjutor, pidiéndole que interceda por vocaciones para hermanos jesuitas, y fueron muchos los frutos vocacionales.


El mismo que con inmensa alegría celebró la Beatificación de Ceferino Namuncurá, presidiendo la Procesión, Misa y demás festejos.


Pero por sobre todas los recuerdos, el más fuerte, el más significativo, el más imborrable: el hombre de fe, que todos los 24 de cada mes, bien tempranito a la mañana, antes que abriera sus puertas, venía a la Basílica de María Auxiliadora en el barrio de Almagro, rezaba la misa y se quedaba una hora larga en oración delante de la imagen de nuestra Madre bendecida por el mismo Don Bosco.

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