«Hágase en mí según tu palabra» Está fue la respuesta de María al anuncio hecho por el Arcángel Gabriel. La virtud del Espíritu descendió sobre María y el Verbo Eterno se hizo hombre. En ese encuentro, en esa maravillosa unión, la Humanidad queda injertada en la divinidad, y desde ese momento los frutos de uno de los hijos de Adán son también frutos divinos. Nuestra naturaleza se une a la naturaleza divina en la Persona del Hijo de Dios. Dios se hace hombre, y a quienes lo recibimos, nos capacita para venir a ser hijos por adopción. Navidad es tiempo de familia, pero no sólo de los que comparten un mismo hogar o la misma sangre; es especialmente tiempo de revivir nuestra pertenencia a la familia de Dios, porque encarnándose el mismo Dios, se ha hecho nuestro hermano en Jesucristo.
Que el Señor se haga presente en vuestras casas y os permita descubrir el gran amor con que nos ama, así, nosotros amaremos a quienes nos rodean sintiendo que también ellos son amados por Dios.