Carta de despedida de Don Pascual Chávez

25 marzo 2014

Queridos hermanos,

 

 

No os podéis imaginar la profunda alegría que sentí, cuando la tarde del pasado 30 de enero pude acompañar, junto a Mons. Cesare Nosiglia, arzobispo de Turín y numerosos salesianos y jóvenes del MJS, la urna de Don Bosco por las calles de Turín en su regreso a Valdocco, donde lo estaban esperando los jóvenes que llenaban la Basílica y cantaban “Don Bosco ritorna”. La vuelta a casa de Don Bosco, tras visitar a sus hijos allí donde están, en todo el mundo, me ha hecho pensar en vosotros y escribiros esta carta personal. De nuevo en Valdocco, Don Bosco quiere llegar a todos los jóvenes, con preferencia a los más necesitados, en cada uno de nosotros, llamados a representarlo hoy.

 

Estoy por dejar el ministerio de Rector Mayor que me fue confiado por vez primera un ya lejano 2 de abril de 2002. Aquel día el Señor me llamó a que representara a Don Bosco ante vosotros y para la Familia Salesiana. Una gracia, creo, inmerecida, que os puedo confiar me ha animado a identificarme cada día más con nuestro Padre, con su preocupación por la Congregación, con su pasión por los jóvenes. Sé que por mucho que se lo agradezca durante la vida que me resta, no saldaré jamás esta deuda de amor con Dios. ¡Bendito sea por siempre!

 

Mi agradecimiento se extiende a todos y a cada uno de vosotros, muy queridos hermanos. Me he sentido aceptado y muy amado, aunque bien sé que todas las muestras de respeto y amor que he recibido eran expresión de vuestro afecto y filial devoción a Don Bosco. La adhesión y la comprensión de todos, la disponibilidad y obediencia que he encontrado en tantos de vosotros han sido un apoyo eficaz en el ejercicio de mi ministerio. ¡Que Dios os bendiga, como, de todo corazón, yo lo hago!

 

No os oculto que durante estos doce años de Rectorado no han faltado penas y sufrimientos, algunos más dolorosos aún por inexplicables o imprevistos. También yo, como Don Bosco, en el sueño del emparrado de rosas, he caminado entre espinas… Pero el dolor sentido y la soledad vivida me han ayudado a ver con mayor claridad el bien que Dios, a través de cada uno de vosotros, está realizando. Os puedo decir que hoy me siento más orgulloso de ser salesiano, no sólo por tener como Padre a nuestro santo Fundador sino también por teneros a vosotros como hermanos.

 

Estoy seguro que quien sea elegido después de mi cuidará “de vosotros y de vuestra salvación”. Como Don Bosco hiciera un día, os pido encarecidamente: “escuchadlo, amadlo, obedecedlo, rezad por él, como lo habéis hecho por mí”.  Y que María Auxiliadora, Madre y maestra de Don Bosco y de cada uno de nosotros, os guíe y acompañe en la vivencia de vuestra consagración. Gracias de todo corazón.

 

Roma, 24 de Marzo del 2014

 

 

 

 

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