El 26 de septiembre se celebró, en la basílica de María Auxiliadora de Turín, el envío de la 141.ª expedición misionera salesiana: religiosos y laicos enviados para anunciar la buena nueva a los pobres. Fue fuerte el llamamiento del Rector Mayor de los Salesianos, don Pascual Chávez Villanueva, invitando a “verdaderas revoluciones éticas y culturales” promovidas por personas que vivan “una razón iluminada por el amor”.
La jornada comenzó, como ya es costumbre, con el encuentro entre el Rector Mayor y los jóvenes que participaron de la 21.ª edición del Harambeé, reunión de animación misionera desarrollada los días el 25 y 26 de septiembre en el Colle Don Bosco y Turín. Ante los jóvenes, don Chávez manifestó la importancia de hacer opciones para una cultura vocacional que abra a la vida entendida como don, recibido y ofrecido para los demás. Los invitó, además, a dejarse guiar por los caminos de la educación al amor, a la castidad, a la oración y a la oblación, indicando que el voluntariado es un camino privilegiado para vivir y experimentar la donación de sí mismo.
Al final de su intervención fueron presentados los misioneros que partían. Don Vaklav Klement, consejero general para las Misiones, presentó los salesianos; Madre Yvonne Reungoat, a las ocho Hijas de María Auxiliadora y a los responsables de las ONGs salesianas de Italia, España, Polonia y República Checa. Se recordaron también algunos que ya partieron a los lugares de misión y no estaban presentes en Turín.
La eucaristía para la entrega del crucifijo misionero comenzó con un canto y una danza africana, que contó con la participación de numerosos fieles, laicos, salesianos e Hijas de María Auxiliadora.
La salvación realizada por Cristo y celebrada en la eucaristía, dijo don Chávez en su homilía, “se prolonga a través de la historia hasta los confines del mundo por medio de la evangelización que desarrolla la Iglesia, y en ella la Familia de Don Bosco”. “La 141.ª expedición misionera salesiana, muestra el ser y hacer Iglesia, y nuestro empeño por los jóvenes del mundo, especialmente los más pobres”.
Comentado las lecturas del domingo XXVI del Tiempo ordinario, el Rector Mayor colocó el acento sobre la evangelización de los pobres recordando cómo el evangelista Lucas advierte que la riqueza provoca miopía espiritual, produce endurecimiento del corazón y nos hace idolatras. “La parábola del rico que viste de púrpura, banquetea cada día, sin preocuparse de la condición del pobre Lázaro, cubierto de llagas, hambriento y esperando las migajas que caen de la mesa del rico, ha adquirido dimensiones macrocósmicas”. El Rector Mayor recordó como la crisis económica y financiera ha “aumentado el número de los pobres del mundo, causado la perdida de la calidad de vida de tantos millones, ha atrasado el desarrollo de los países provocando inmensa sufrimiento por la desocupación y tanta desesperación”. Y retomando la encíclica Caritas in veritate de Benedetto XVI, don Chávez recordó cómo la Iglesia está llamada a “invertir en una evangelización que sepa interpretar las necesidades de la humanidad, especialmente de los más pobres, ya que la pregunta de lo social se ha convertido cada vez más en una pregunta antropológica y ética”. Para que el mundo supere la autodestrucción es urgente un pensamiento nuevo, fruto de la evangelización. “Existe una verdadera necesidad de un modelo nuevo de hombre, de sociedad, de orden mundial”. “Este mundo, esta sociedad, tienen necesidad de una cultura de la sobriedad y de la solidaridad si hace posible el sueño de Dios”.
Al final de la homilía el Rector Mayor entregó el crucifijo misionero a los salesianos y, junto a Madre Reungoat, a las Hijas de María Auxiliadora.
La celebración concluyó con un momento delante de la tumba de don Bosco. Aquí el Rector Mayor saludó a los misioneros que partían recordándoles que hoy son ellos los continuadores del sueño misionero de Don Bosco.