El Don Bosco, muy mentalizado de que sólo le valía el triunfo, supo aguardar pacientemente su momento para dar los golpes definitivos. Aguantó el juego directo gaditano con una disposición defensiva que rayaba la perfección y buscó en el contragolpe su mejor arma para sorprender al rival.
Una falta botada por Alberto y cabeceada por Israel sirvió para dar rienda suelta a la ilusión. Bravo, instantes después, incrementaba diferencias y metía a su equipo en el descanso con una ventaja importante.
Tras el descanso, Los Barrios acortó distancias, pero el Don Bosco reaccionó con rapidez y Sebas y Álvaro, en sendas jugadas individuales, dieron paso al delirio.